24 julio 2016

SER O NO SER: REFLEXIONES DE UN CAJISTA ATRIBULADO

          Tuvo que ser un 21 de Julio, justo un año después de esa fecha ya grabada a fuego en la historia del Caja, en la que su afición se echó por primera vez a la calle para clamar por la supervivencia de su club. El 21J, tras dos largos y duros días de interrogantes, informaciones que iban y venían, presión de la afición en las redes sociales, que echaban humo clamando por impedir la liquidación... por fin se supo que sí, que Sevilla seguirá teniendo un equipo en la ACB.
Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurrió hace un año, cuando Caixabank evitó el desastre recomprando las acciones del Baloncesto Sevilla, y toda la afición sin excepción celebró con júbilo la noticia (una victoria en toda regla tras la movilización previa), en esta ocasión la alegría no fue unánime. Es más, podríamos decir que, al menos en las redes sociales, se desató la tormenta perfecta. Era de esperar, hasta lógico si me apuráis, teniendo en cuenta que no era una entidad "neutra" la que había salvado al club sino el Betis, y eso, en una ciudad tan polarizada como Sevilla... no es moco de pavo.
Para colmo, las poco prudentes y afortunadas declaraciones, bajo mi punto de vista, del Sr. Haro, actual presidente del Betis, en la posterior rueda de prensa, no sirvieron más que para terminar de echar gasolina sobre un fuego ya muy extendido. Un fuego en mitad del cual se vieron de repente rodeados la mayor parte de los cajistas mientras observaban atónitos cómo a su alrededor todo ardía en un cruce de acusaciones, mensajes... que a veces incluso traspasaban la frontera del más puro y elemental respeto. No olvidemos, que el cajismo ha vivido desde sus orígenes al margen de rivalidades locales, es más, sacando pecho y sintiéndose orgulloso ser el equipo de baloncesto Sevilla, el que unía en torno al verde y el rojo a toda la afición al deporte de la canasta en la ciudad. En nuestras redes sociales, no existía polémica más allá de si nos gustaba o no el entrenador, o si estábamos más o menos de acuerdo con las decisiones que se tomaban desde la dirección del Club. Nos hemos criado, hemos crecido como afición, bajo una filosofía de unidad en torno a unos colores. Vernos de repente inmersos en esta situación vino a ser para muchas y muchos como si te abandonasen en mitad de Suazilandia, rodeado de gente que te grita en suahili.
Digo todo lo anterior, para que todo el mundo que tenga a bien leer esto y no haya estado muy en contacto con el cajismo, con el Caja, estos últimos 29 años, comprenda que la digestión no es un proceso que se haga en 5 minutos, y no todo el mundo la hace igual. Hay quien a los diez minutos se tira a la piscina, quien tiene que ayudarse de sal de frutas, y quien directamente sufre un corte de digestión.
A partir de ahí, hay que dar las gracias. Pero creo que las gracias deben ir más bien dirigidas al Sr. Haro que al Betis. Creo sinceramente que lo que ha salvado al Club es la conjunción de dos factores: la gran afición al baloncesto de Ángel Haro, unida en estos momentos a su cargo como presidente del Betis. Hay quien piensa, dentro del cajismo, que no hay por qué dar las gracias porque en realidad el Caja ha desaparecido. Respeto completamente esa reflexión, que además he compartido y comparto a ratos. Sin embargo, para mí hay algo que no se me quita de la cabeza, porque lo he tenido muy presente este último año: que el club tiene decenas de empleadas y empleados, personas que viven directamente del Caja y que en muchos casos, ha sido el único trabajo que han tenido, hasta el punto de consagrarle al Club más de media vida. Y digo consagrarle, porque conozco a la mayoría, y os aseguro que trabajan con una entrega y un amor, que va incluso más allá de lo puramente profesional. Cuando está en riesgo, y más aún en los tiempos que corren, que el pan deje de llegar a casa… estamos hablando de algo mucho más serio que una simple rivalidad deportiva entre equipos de fútbol. Eso está varios niveles por encima. Y en ese sentido, GRACIAS, en mayúsculas. Sólo pido que a estos maravillosos profesionales, que han levantado y sacado el Club adelante durante 29 años, se les siga valorando y respetando el trabajo que hacen.
A partir de ahí, y volviendo a hablar como simple aficionado cajista, quiero apuntar que mi agradecimiento, aunque sincero, no es un cheque en blanco. Energía Plus, el R. Betis y el Sr. Haro deben entender que no sólo han salvado y comprado a un club deportivo, que no sólo han salvado los puestos de trabajo de decenas de empleados, sino que un Club, y eso lo sabe bien el Betis, lleva detrás a una masa social, a su afición, que es además lo que le da sentido, identidad y razón de ser. La que construye con los años una filosofía como club. Y el Caja tiene una maravillosa masa social detrás. Tiene a toda esa afición fiel, amante del baloncesto, orgullosa de unos colores, y luchadora como pocas. Ahí están las movilizaciones, en la calle y en las redes sociales, de este último año. Eso no ocurre en todas partes. Sin ir más lejos, el Guipúzcoa Básket ha perdido la categoría por problemas económicos y no se ha vivido la movilización social que hemos tenido en Sevilla, y que ha conseguido incluso el apoyo de dioses del deporte, como Pau Gasol. Yo siempre me he sentido muy orgulloso de ser cajista, pero estos dos últimos años de dificultades, me he sentido por primera vez realmente realizado defendiendo unos colores, un sentimiento. He sentido, he palpado el sentimiento cajista más que nunca. Todo ese cajismo que fue creciendo a partir de una diminuta semilla hace 29 años, echando raíces invisibles bajo tierra, estalló floreciendo de golpe y dejando con la boca abierta a los que pensaban que la afición al Baloncesto en Sevilla era cosa de cuatro personas a las que todo les daba igual.
Digo con esto, que en Sevilla hay fuertes sentimientos deportivos más allá del bético o el sevillista, que quizás no son tan visibles por masa social, o simplemente porque no existe esa rivalidad dentro de la ciudad que todo lo magnifica y polariza. Pero el sentimiento cajista existe y es fuerte. Y ese sentimiento hay que respetarlo. Porque si no se respeta al cajismo, en realidad no se habrá salvado a ningún Club. Se habrá realizado una transacción comercial con determinadas consecuencias, positivas para unos y negativas para otros, pero nada más. ¿Se imaginan ustedes que en una de las crisis sociales y económicas que por desgracia ha sufrido el Real Betis en las últimas dos décadas, la entidad hubiera sido rescatada por otra distinta, y el rescatador les hubiera dicho que desde el primer minuto van cambiar sus colores, su nombre y hasta su escudo? ¿Cómo hubiera reaccionado el beticismo? ¿Habría un aplauso unánime de la afición y un agradecimiento sin fisuras? ¿Se hubieran conformado con el hecho de que pudiesen ir a ver fútbol al Villamarín, pero no para animar ya al Betis, sino al X, que ya no iría vestido de verde y blanco sino de Y, y con los cánticos de la entidad Z? ¿Se dejaría de gritar Betis en el Villamarín? ¿Se dejarían de llevar camisetas y bufandas verdiblancas?
Pues en estas estamos los cajistas estos días, ni más ni menos. El baloncesto en Sevilla, a pesar de la fortaleza y fidelidad de su afición, es algo más frágil de lo que parece. Yo siempre he dicho y escrito que el Caja, sus 29 años de historia y sus 27 temporadas consecutivas en la ACB con sus casi 1000 partidos, han sido un maravilloso milagro en una ciudad como Sevilla. Creo que el deber y la obligación de sus nuevos propietarios, es buscar un término medio, un punto de equilibrio que, desde el más absoluto respeto a todo el cajismo y la afición al baloncesto en Sevilla, construya una base sólida sobre la que levantar un nuevo proyecto que enriquezca la ya dilatada trayectoria del Caja, y por el que se sientan atraídos la mayor parte de los aficionados a la canasta en Sevilla. En estos días se habla mucho de la “marca Betis”. Sin duda la marca Betis es una marca sumamente potente en el mundo del fútbol, pero su eficacia como marca para atraer nuevos aficionados y patrocinios al baloncesto, está aún por demostrar. El baloncesto y todo lo que lo rodea es un mundo muy distinto al del fútbol. Creo que lo ideal es buscar una confluencia entre lo que ya había y lo que viene, en la que todos nos sintamos cómodos. Dicha confluencia sí puede ser un punto de partida poderoso. Llegar como el caballo de Atila, obviando los sentimientos y la identidad de una afición entera, precisamente la afición que se ha acudido a rescatar, sería como talar un árbol frondoso que ha tardado 29 años en crecer.
Estoy convencido de que, si se quiere lo suficiente al Caja, al Baloncesto Sevilla, como para arriesgar patrimonio, poner dinero encima de la mesa y pelearse con CaixaBank para conseguirlo, es porque se le quiere con todo lo que el Caja supone y conlleva, y sobre todo con su tesoro más valioso: la afición. Lo contrario habría sido simplemente comprar una plaza ACB para el Betis Energía Plus.
Respeto y agradecimiento. Todos debemos hacer un esfuerzo por conjugar ambos verbos en la misma frase, y en todos los sentidos y direcciones. Bienvenidos y bienvenidas sean los nuevos aficionados al baloncesto que vengan de la mano de sus nuevos dueños. Estaremos encantados de disfrutar juntos en San Pablo de este maravilloso deporte y esta maravillosa afición, contagiarles de ese gusanillo que te recorre por todo el cuerpo cuando un triple ganador baja desde el cielo en el último segundo de partido o cuando te abrazas con tus amigos y amigas de la peña tras conseguir clasificarte para la Copa o el playoff (sí, por cierto, el Caja también tiene sus peñas, algunas muy antiguas). Y espero que esa savia nueva que ojalá inunde San Pablo sepa también comprender que siempre, eternamente, gritaremos Caja, y ese será nuestro grito de guerra porque lo llevamos en nuestro ADN y fue con el que nos contagiamos de este virus de la canasta. Que consigamos los cajistas contagiarles de ese ambiente sano y maravilloso, que se ha respirado siempre alrededor de la cancha, y que nos ha permitido llevar a nuestros niños, aún con chupete, a disfrutar de Jerónimo (¿y mi Jerónimo, que nadie se acuerda de él en estos días?) y meterles desde chicos el baloncesto en sus venas.
Juntos, integrando, respetando, seremos más fuertes, disfrutaremos más, llegaremos más lejos. Vamos a soñar juntos. Vamos a Petar San Pablo.

Víctor M. Molina
Presidente de la Peña Cajista Universitaria


14 julio 2016


LA MALA ESTRELLA DEL CAJA

        No corren buenos tiempos para el deporte. Dicen que con la crisis, han aumentado las desigualdades en nuestra sociedad. Los ricos son cada vez más ricos, los pobres disponen aún de menos recursos de los pocos de los que disponían previamente y la clase media es una especie en peligro de extinción. Esta misma analogía se podría extender perfectamente al deporte profesional. No hay más que mirar, desde que comenzó la crisis, qué equipos han disputado todas y cada una de las últimas cinco finales de la ACB, y quién ha llevado a sus vitrinas el título de la Copa del Rey. No es algo que sólo esté ocurriendo en el baloncesto. Aunque lo peor se lo llevan aquellos clubes, muchos, que por falta de recursos tienen que echar el cierre o se ven abocados a descensos de categoría.

        En Sevilla hemos seguido muy de cerca, por ejemplo, la situación del Recreativo de Huelva, o del Guipúzcoa Básket. Ambos clubes, aunque con suerte dispar, han sufrido en sus carnes las consecuencias de la falta de ingresos, de empresas, de patrocinios que confíen en el deporte como forma de promocionar su marca. Son malos tiempos para la lírica como cantaban Golpes Bajos.

         Precisamente por todo lo anterior, duele especialmente la cada vez más kafkiana situación que vivimos los aficionados del Caja, del Baloncesto Sevilla. Porque uno esperaría, cuando lee una noticia acerca de la liquidación de un club, que ésta fuese debida a sus deudas, por encontrarse en una situación económica insostenible. Pero no es el caso. El Caja  no debe un sólo euro, y aunque es cierto, y se debe reconocer, que el hecho de que su propietario sea una entidad financiera es una gran ventaja, no es menos cierto que nuestro Club se ha sabido gestionar muy bien, incluso con presupuestos más que ajustados.

         Pero creo que a estas alturas de la película, el cajismo tiene muy claro, o al menos yo lo tengo, que la amenaza de liquidación que pende sobre nuestro Club, no es en absoluto de índole económica, sino más bien una cuestión de mala estrella. De esa estrella venida, no de oriente, sino del norte, que se hizo con la propiedad del Club hace algo más de cuatro años. No obstante, no escribo hoy para volver a hacer la cronología de todo este sinsentido en el que nos tiene inmersos Caixabank, sino para alzar la voz por la injusta, irrespetuosa e indigna situación que vivimos.

          Esa mala suerte, la mala estrella que ha caído sobre el Caja estos últimos años, no se limita al hecho de que La Caixa, Caixabank, prácticamente desde el primer día de hacerse con la propiedad de un Club que siempre sintió como ajeno, a diferencia del dinero de buena parte de las sevillanas y sevillanos, dejase claro que haría todo lo posible para deshacerse de su propiedad, recurriendo incluso a su disolución llegado el caso. La mala estrella del Caja, y sobre todo de todo el cajismo, de su afición, ha sido también, y sigue siendo en estos días, que los liquidadores no den la cara, no expliquen, no cuenten, no den razones, no hablen... escudándose en la lejanía, en la distancia, atrincherados en una torre oscura, no de Mordor, sino de Barcelona, junto a la diagonal.

           Desde el minuto uno de toda esta crisis institucional, siempre he visto meridianamente clara la falta de respeto que CaixaBank estaba teniendo hacia Sevilla, y más concretamente hacia miles de aficionadas y aficionados cajistas. El Caja es un club muy especial, quizás todos los aficionados de cualquier otro equipo digan lo mismo, pero lo cierto es que conseguir que el baloncesto echase raíces en una ciudad como Sevilla, ya de por sí despierta la curiosidad. El Caja y su afición, son un milagro deportivo. Y el cajismo es una afición fiel, modélica, que siente el baloncesto de una forma muy especial. Ese cajismo, ha conseguido que tras casi 30 años de historia, ya  haya niñas y niños que han crecido siendo del Caja, que han ido con chupete a San Pablo, y que cuando en el colegio les preguntan ¿de qué equipo eres? digan como lo más normal del mundo, que son del Caja. Algo así, ya de por sí, merece un respeto o al menos pararse a pensar si es lógico liquidar de la noche al día, sin más, algo que más allá del dinero, tenía una larga historia antes de la llegada de los liquidadores, da trabajo a muchas familias, ilusión a miles de personas, una carrera deportiva a cientos de chavales, y lleva con toda la dignidad y el orgullo del mundo el nombre de Sevilla no sólo por España, sino por toda Europa. Claro, el nombre de Sevilla.

            Falta de respeto... CaixaBank nos falta el respeto a los cajistas, y a Sevilla. No porque no quiera ser el propietario de un club, que es legítimo. No porque no quiera seguir invirtiendo millones en algo en lo que no cree como entidad, que es legítimo (aunque ahí está el patrocinio a la selección española de baloncesto). Sino porque todo esto que acabo de decir, simplemente es algo que supongo, porque no lo sé a ciencia cierta. Casi nadie lo sabe. Se puso algo tan serio encima de la mesa como la liquidación de un club deportivo profesional, y sin embargo nunca nadie de CaixaBank nos dijo el por qué. Nunca nadie salió a contarnos por qué quieren acabar con el Caja, nadie habló, ni tan siquiera un triste, gris y anónimo comunicado. Nada ¿alguien se lo explica? Tampoco tiene cara esta liquidación. Y ahí nos vemos el cajismo, sintiendo, sufriendo cómo nos quieren arrebatar algo muy querido, sin saber por qué, sólo intuyendo, y sin que los responsables de esta situación den la cara, al menos para poder decirles que se equivocan.

             Nos enfrentamos a una liquidación, no sólo de una entidad deportiva, de un Club, sino de mucho más. A la liquidación de una parte de la historia de Sevilla y de su cultura, porque el deporte lo es, de los sentimientos de miles de cajistas, de decenas de puestos de trabajo, de una marca, un escudo, que le da mucho prestigio a la ciudad... de la ilusión de muchos niños y niñas. Y miramos a nuestro alrededor buscando a quién pedirle que se detenga... y sólo vemos una estrella azul, nuestra mala estrella. Pero una estrella que ya puebla todos los barrios de Sevilla... y a la que el cajismo, llegado el momento que ojalá no llegue, ira a señalar, a protestar... a su manera.

Víctor M. Molina
Presidente de la Peña Universitaria del CD Baloncesto Sevilla

04 julio 2016

CRONOLOGÍA DE UN SINSENTIDO

        Ya es vox pópuli la dura y complicada situación que, un verano más, atraviesa el equipo de baloncesto de nuestra ciudad, el Baloncesto Sevilla, nuestro Caja de toda la vida. Un equipo con casi 30 años de historia, sin una sola deuda, que está a punto de ser liquidado por su propietario, una entidad bancaria, Caixabank.

        Anoche me acosté con la noticia de que Tomas Satoransky, nuestro Sato, formado y casi criado en la cantera del Caja, también va a dar el salto a la NBA. Allí le esperará Porzingis, que en sólo un año en los NY Nicks, se ha convertido en toda una estrella, y ha sido el cuarto jugador que más camisetas ha vendido en la mejor liga de baloncesto del mundo. Pero también es más que probable que esta próxima temporada veamos en la NBA a otra perla de la cantera cajista, Balvin, y a Willy Hernangómez, que aunque no fue canterano en Sevilla, sí que dio el salto a la ACB y se consolidó en nuestra liga en las filas del Caja.

        Habría que hacer un serio repaso de la hemeroteca y las bases de datos para encontrar otro club europeo, o incluso mundial, que en tan pocos años, haya conseguido "exportar" a tantos jugadores brillantes a la mejor liga del mundo. El fenómeno de la cantera del Caja es digno de estudio, elogio, y desde luego un orgullo para todos los aficionados que durante estos años hemos podido disfrutar de auténticas estrellas del baloncesto, que se han criado en Sevilla, hablan con nuestro acento, adoran los desayunos de pan, aceite y jamón, y se han dejado un trozo de su corazón y sus vidas en nuestro Club y nuestra ciudad. Y todavía hay más... Radicevic tiene todos los mimbres para llegar a ser otro gran jugador, Beqa Burjanadze vuelve a la ACB tras una enorme temporada en la LEB, Leo Czimic apunta también alto desde las categorías inferiores y podríamos seguir y seguir...

       ¿Cuál es el origen de este auténtico milagro? pues imagino que la respuesta no es sencilla, pero lo que sí sabemos es que en el Baloncesto Sevilla, el Caja, se empezó a apostar fuerte por la cantera hace varios años. Y fue un trabajo magnífico, no sólo de scouting captando con 13, 14 o 15 años a chavales que despuntaban por toda Europa, sino también de formación. A estos chavales se les mima, crecen en un entorno magnífico para formarse como jugadores, como personas y para prosperar en sus estudios. Y lo que es mejor, saben que están en un Club que les puede dar la oportunidad de debutar en una de las mejores ligas del mundo. Pero a lo que voy, este trabajo no se consolida en tres o cuatro años, pero lo que sí es cierto y está confirmado, es que cuando Caixabank absorbió a Cajasol (que entonces ya era Banca Cívica), hace cuatro años y medio, el mensaje que llegó al Club desde sus nuevos propietarios fue claro: vamos a seguir manteniendo el Club, pero su presupuesto va a adelgazar considerablemente. Ante el nuevo reto que se planteaba, la respuesta del Baloncesto Sevilla no pudo ser mejor, se apostó fuertemente por la cantera, más aún de lo que venía haciendo, para compensar la escasez de dinero para fichar, con un puñado de jóvenes jugadores venidos de todas las esquinas del continente, con un futuro que les podría llevar hasta el cielo baloncestístico, pero con muchas aristas por pulir aún. Diamantes en bruto que Sevilla, su gente, este club, iría puliendo hasta hacerlos relucir por todo el mundo.

         En otras circunstancias, otros dueños, con otros intereses, habrían alabado este trabajo, que no sólo ahorraba dinero al Club, sino que además transportaba la imagen del Baloncesto Sevilla, y sus patrocinadores, por todo el mundo, incluida la NBA. Esta temporada se han vendido camisetas del Baloncesto Sevilla en la Gran Manzana, en la tienda de los NY Knicks. Sin embargo, a los actuales dueños parece no importarles nada que no sea deshacerse de esa propiedad incómoda que supone tener un Club de Baloncesto en Sevilla, pero que sin embargo iba incluido con las cuentas, los  ahorros, las inversiones, las posibilidades económicas de buena parte de Sevilla y Andalucía cuando absorbieron Cajasol. El desprecio por el trabajo que aquí se ha hecho con la cantera, ya comenzó con la venta irresponsable hace dos años por un sólo euro a un fondo de inversión americano, cuyo dueño huyó a los pocos meses habiéndose pulido el presupuesto de toda una temporada. Aquella llegada provocó la huida de Aíto de Sevilla, que había hecho un trabajo excepcional con Porzingis, Balvin, Satoransky... había metido al equipo en los play-off, y de haber seguido una temporada más, quién sabe. El nuevo entrenador hundió a jugadores como Balvin, en plena progresión.

           Y a día de hoy, nos encontramos con un Club que ha hecho , y sigue haciendo, un trabajo modélico, único, con su cantera, que ya está siendo estudiado por buena parte de la élite del baloncesto mundial. Un trabajo de cantera que le ha ahorrado muchos millones de euros a su propietario, y que podría obtener unos rendimientos de imagen y patrocinio impensables si continúa esta progresión de jóvenes estrellas. Y sin embargo... la realidad dicta que hay que liquidar al Baloncesto Sevilla ¿No les parece un sinsentido? Espero que el mundo del baloncesto reaccione a este homicidio deportivo y baloncestístico sin sentido, y Sevilla pueda seguir disfrutando muchos más años de su equipo, de su Caja, del Baloncesto, más allá de intereses que nada tienen que ver con el deporte.