14 julio 2016


LA MALA ESTRELLA DEL CAJA

        No corren buenos tiempos para el deporte. Dicen que con la crisis, han aumentado las desigualdades en nuestra sociedad. Los ricos son cada vez más ricos, los pobres disponen aún de menos recursos de los pocos de los que disponían previamente y la clase media es una especie en peligro de extinción. Esta misma analogía se podría extender perfectamente al deporte profesional. No hay más que mirar, desde que comenzó la crisis, qué equipos han disputado todas y cada una de las últimas cinco finales de la ACB, y quién ha llevado a sus vitrinas el título de la Copa del Rey. No es algo que sólo esté ocurriendo en el baloncesto. Aunque lo peor se lo llevan aquellos clubes, muchos, que por falta de recursos tienen que echar el cierre o se ven abocados a descensos de categoría.

        En Sevilla hemos seguido muy de cerca, por ejemplo, la situación del Recreativo de Huelva, o del Guipúzcoa Básket. Ambos clubes, aunque con suerte dispar, han sufrido en sus carnes las consecuencias de la falta de ingresos, de empresas, de patrocinios que confíen en el deporte como forma de promocionar su marca. Son malos tiempos para la lírica como cantaban Golpes Bajos.

         Precisamente por todo lo anterior, duele especialmente la cada vez más kafkiana situación que vivimos los aficionados del Caja, del Baloncesto Sevilla. Porque uno esperaría, cuando lee una noticia acerca de la liquidación de un club, que ésta fuese debida a sus deudas, por encontrarse en una situación económica insostenible. Pero no es el caso. El Caja  no debe un sólo euro, y aunque es cierto, y se debe reconocer, que el hecho de que su propietario sea una entidad financiera es una gran ventaja, no es menos cierto que nuestro Club se ha sabido gestionar muy bien, incluso con presupuestos más que ajustados.

         Pero creo que a estas alturas de la película, el cajismo tiene muy claro, o al menos yo lo tengo, que la amenaza de liquidación que pende sobre nuestro Club, no es en absoluto de índole económica, sino más bien una cuestión de mala estrella. De esa estrella venida, no de oriente, sino del norte, que se hizo con la propiedad del Club hace algo más de cuatro años. No obstante, no escribo hoy para volver a hacer la cronología de todo este sinsentido en el que nos tiene inmersos Caixabank, sino para alzar la voz por la injusta, irrespetuosa e indigna situación que vivimos.

          Esa mala suerte, la mala estrella que ha caído sobre el Caja estos últimos años, no se limita al hecho de que La Caixa, Caixabank, prácticamente desde el primer día de hacerse con la propiedad de un Club que siempre sintió como ajeno, a diferencia del dinero de buena parte de las sevillanas y sevillanos, dejase claro que haría todo lo posible para deshacerse de su propiedad, recurriendo incluso a su disolución llegado el caso. La mala estrella del Caja, y sobre todo de todo el cajismo, de su afición, ha sido también, y sigue siendo en estos días, que los liquidadores no den la cara, no expliquen, no cuenten, no den razones, no hablen... escudándose en la lejanía, en la distancia, atrincherados en una torre oscura, no de Mordor, sino de Barcelona, junto a la diagonal.

           Desde el minuto uno de toda esta crisis institucional, siempre he visto meridianamente clara la falta de respeto que CaixaBank estaba teniendo hacia Sevilla, y más concretamente hacia miles de aficionadas y aficionados cajistas. El Caja es un club muy especial, quizás todos los aficionados de cualquier otro equipo digan lo mismo, pero lo cierto es que conseguir que el baloncesto echase raíces en una ciudad como Sevilla, ya de por sí despierta la curiosidad. El Caja y su afición, son un milagro deportivo. Y el cajismo es una afición fiel, modélica, que siente el baloncesto de una forma muy especial. Ese cajismo, ha conseguido que tras casi 30 años de historia, ya  haya niñas y niños que han crecido siendo del Caja, que han ido con chupete a San Pablo, y que cuando en el colegio les preguntan ¿de qué equipo eres? digan como lo más normal del mundo, que son del Caja. Algo así, ya de por sí, merece un respeto o al menos pararse a pensar si es lógico liquidar de la noche al día, sin más, algo que más allá del dinero, tenía una larga historia antes de la llegada de los liquidadores, da trabajo a muchas familias, ilusión a miles de personas, una carrera deportiva a cientos de chavales, y lleva con toda la dignidad y el orgullo del mundo el nombre de Sevilla no sólo por España, sino por toda Europa. Claro, el nombre de Sevilla.

            Falta de respeto... CaixaBank nos falta el respeto a los cajistas, y a Sevilla. No porque no quiera ser el propietario de un club, que es legítimo. No porque no quiera seguir invirtiendo millones en algo en lo que no cree como entidad, que es legítimo (aunque ahí está el patrocinio a la selección española de baloncesto). Sino porque todo esto que acabo de decir, simplemente es algo que supongo, porque no lo sé a ciencia cierta. Casi nadie lo sabe. Se puso algo tan serio encima de la mesa como la liquidación de un club deportivo profesional, y sin embargo nunca nadie de CaixaBank nos dijo el por qué. Nunca nadie salió a contarnos por qué quieren acabar con el Caja, nadie habló, ni tan siquiera un triste, gris y anónimo comunicado. Nada ¿alguien se lo explica? Tampoco tiene cara esta liquidación. Y ahí nos vemos el cajismo, sintiendo, sufriendo cómo nos quieren arrebatar algo muy querido, sin saber por qué, sólo intuyendo, y sin que los responsables de esta situación den la cara, al menos para poder decirles que se equivocan.

             Nos enfrentamos a una liquidación, no sólo de una entidad deportiva, de un Club, sino de mucho más. A la liquidación de una parte de la historia de Sevilla y de su cultura, porque el deporte lo es, de los sentimientos de miles de cajistas, de decenas de puestos de trabajo, de una marca, un escudo, que le da mucho prestigio a la ciudad... de la ilusión de muchos niños y niñas. Y miramos a nuestro alrededor buscando a quién pedirle que se detenga... y sólo vemos una estrella azul, nuestra mala estrella. Pero una estrella que ya puebla todos los barrios de Sevilla... y a la que el cajismo, llegado el momento que ojalá no llegue, ira a señalar, a protestar... a su manera.

Víctor M. Molina
Presidente de la Peña Universitaria del CD Baloncesto Sevilla

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