Tuvo
que ser un 21 de Julio, justo un año después de esa fecha ya grabada a fuego en
la historia del Caja, en la que su afición se echó por primera vez a la calle
para clamar por la supervivencia de su club. El 21J, tras dos largos y duros días
de interrogantes, informaciones que iban y venían, presión de la afición en las
redes sociales, que echaban humo clamando por impedir la liquidación... por fin
se supo que sí, que Sevilla seguirá teniendo un equipo en la ACB.
Sin embargo, y a diferencia de lo que
ocurrió hace un año, cuando Caixabank evitó el desastre recomprando las
acciones del Baloncesto Sevilla, y toda la afición sin excepción celebró con
júbilo la noticia (una victoria en toda regla tras la movilización previa), en
esta ocasión la alegría no fue unánime. Es más, podríamos decir que, al menos
en las redes sociales, se desató la tormenta perfecta. Era de esperar, hasta
lógico si me apuráis, teniendo en cuenta que no era una entidad "neutra"
la que había salvado al club sino el Betis, y eso, en una ciudad tan polarizada
como Sevilla... no es moco de pavo.
Para colmo, las poco prudentes y
afortunadas declaraciones, bajo mi punto de vista, del Sr. Haro, actual
presidente del Betis, en la posterior rueda de prensa, no sirvieron más que
para terminar de echar gasolina sobre un fuego ya muy extendido. Un fuego en
mitad del cual se vieron de repente rodeados la mayor parte de los cajistas
mientras observaban atónitos cómo a su alrededor todo ardía en un cruce de
acusaciones, mensajes... que a veces incluso traspasaban la frontera del más
puro y elemental respeto. No olvidemos, que el cajismo ha vivido desde sus
orígenes al margen de rivalidades locales, es más, sacando pecho y sintiéndose
orgulloso ser el equipo de baloncesto Sevilla, el que unía en torno al verde y
el rojo a toda la afición al deporte de la canasta en la ciudad. En nuestras
redes sociales, no existía polémica más allá de si nos gustaba o no el
entrenador, o si estábamos más o menos de acuerdo con las decisiones que se
tomaban desde la dirección del Club. Nos hemos criado, hemos crecido como
afición, bajo una filosofía de unidad en torno a unos colores. Vernos de
repente inmersos en esta situación vino a ser para muchas y muchos como si te abandonasen
en mitad de Suazilandia, rodeado de gente que te grita en suahili.
Digo todo lo anterior, para que todo el
mundo que tenga a bien leer esto y no haya estado muy en contacto con el
cajismo, con el Caja, estos últimos 29 años, comprenda que la digestión no es
un proceso que se haga en 5 minutos, y no todo el mundo la hace igual. Hay
quien a los diez minutos se tira a la piscina, quien tiene que ayudarse de sal
de frutas, y quien directamente sufre un corte de digestión.
A partir de ahí, hay que dar las gracias.
Pero creo que las gracias deben ir más bien dirigidas al Sr. Haro que al Betis.
Creo sinceramente que lo que ha salvado al Club es la conjunción de dos
factores: la gran afición al baloncesto de Ángel Haro, unida en estos momentos
a su cargo como presidente del Betis. Hay quien piensa, dentro del cajismo, que
no hay por qué dar las gracias porque en realidad el Caja ha desaparecido.
Respeto completamente esa reflexión, que además he compartido y comparto a
ratos. Sin embargo, para mí hay algo que no se me quita de la cabeza, porque lo
he tenido muy presente este último año: que el club tiene decenas de empleadas
y empleados, personas que viven directamente del Caja y que en muchos casos, ha
sido el único trabajo que han tenido, hasta el punto de consagrarle al Club más
de media vida. Y digo consagrarle, porque conozco a la mayoría, y os aseguro
que trabajan con una entrega y un amor, que va incluso más allá de lo puramente
profesional. Cuando está en riesgo, y más aún en los tiempos que corren, que el
pan deje de llegar a casa… estamos hablando de algo mucho más serio que una
simple rivalidad deportiva entre equipos de fútbol. Eso está varios niveles por
encima. Y en ese sentido, GRACIAS, en mayúsculas. Sólo pido que a estos
maravillosos profesionales, que han levantado y sacado el Club adelante durante
29 años, se les siga valorando y respetando el trabajo que hacen.
A partir de ahí, y volviendo a hablar como
simple aficionado cajista, quiero apuntar que mi agradecimiento, aunque
sincero, no es un cheque en blanco. Energía Plus, el R. Betis y el Sr. Haro
deben entender que no sólo han salvado y comprado a un club deportivo, que no
sólo han salvado los puestos de trabajo de decenas de empleados, sino que un
Club, y eso lo sabe bien el Betis, lleva detrás a una masa social, a su
afición, que es además lo que le da sentido, identidad y razón de ser. La que
construye con los años una filosofía como club. Y el Caja tiene una maravillosa
masa social detrás. Tiene a toda esa afición fiel, amante del baloncesto,
orgullosa de unos colores, y luchadora como pocas. Ahí están las
movilizaciones, en la calle y en las redes sociales, de este último año. Eso no
ocurre en todas partes. Sin ir más lejos, el Guipúzcoa Básket ha perdido la
categoría por problemas económicos y no se ha vivido la movilización social que
hemos tenido en Sevilla, y que ha conseguido incluso el apoyo de dioses del deporte, como Pau Gasol. Yo siempre me he sentido muy orgulloso de ser cajista,
pero estos dos últimos años de dificultades, me he sentido por primera vez realmente
realizado defendiendo unos colores, un sentimiento. He sentido, he palpado el
sentimiento cajista más que nunca. Todo ese cajismo que fue creciendo a partir
de una diminuta semilla hace 29 años, echando raíces invisibles bajo tierra,
estalló floreciendo de golpe y dejando con la boca abierta a los que pensaban
que la afición al Baloncesto en Sevilla era cosa de cuatro personas a las que
todo les daba igual.
Digo con esto, que en Sevilla hay fuertes sentimientos
deportivos más allá del bético o el sevillista, que quizás no son tan visibles
por masa social, o simplemente porque no existe esa rivalidad dentro de la
ciudad que todo lo magnifica y polariza. Pero el sentimiento cajista existe y es fuerte.
Y ese sentimiento hay que respetarlo. Porque si no se respeta al cajismo, en
realidad no se habrá salvado a ningún Club. Se habrá realizado una transacción
comercial con determinadas consecuencias, positivas para unos y negativas para
otros, pero nada más. ¿Se imaginan ustedes que en una de las crisis sociales y económicas
que por desgracia ha sufrido el Real Betis en las últimas dos décadas, la
entidad hubiera sido rescatada por otra distinta, y el rescatador les hubiera dicho
que desde el primer minuto van cambiar sus colores, su nombre y hasta su
escudo? ¿Cómo hubiera reaccionado el beticismo? ¿Habría un aplauso unánime de
la afición y un agradecimiento sin fisuras? ¿Se hubieran conformado con el hecho de
que pudiesen ir a ver fútbol al Villamarín, pero no para animar ya al Betis,
sino al X, que ya no iría vestido de verde y blanco sino de Y, y con los
cánticos de la entidad Z? ¿Se dejaría de gritar Betis en el Villamarín? ¿Se
dejarían de llevar camisetas y bufandas verdiblancas?
Pues en estas estamos los cajistas estos
días, ni más ni menos. El baloncesto en Sevilla, a pesar de la fortaleza y
fidelidad de su afición, es algo más frágil de lo que parece. Yo siempre he
dicho y escrito que el Caja, sus 29 años de historia y sus 27 temporadas
consecutivas en la ACB con sus casi 1000 partidos, han sido un maravilloso
milagro en una ciudad como Sevilla. Creo que el deber y la obligación de sus
nuevos propietarios, es buscar un término medio, un punto de equilibrio que,
desde el más absoluto respeto a todo el cajismo y la afición al baloncesto en
Sevilla, construya una base sólida sobre la que levantar un nuevo proyecto que
enriquezca la ya dilatada trayectoria del Caja, y por el que se sientan
atraídos la mayor parte de los aficionados a la canasta en Sevilla. En estos
días se habla mucho de la “marca Betis”. Sin duda la marca Betis es una marca
sumamente potente en el mundo del fútbol, pero su eficacia como marca para
atraer nuevos aficionados y patrocinios al baloncesto, está aún por demostrar. El baloncesto y todo lo que lo rodea es un mundo muy distinto al del fútbol. Creo que lo ideal es buscar una confluencia entre lo que ya había y lo que
viene, en la que todos nos sintamos cómodos. Dicha confluencia sí puede ser un
punto de partida poderoso. Llegar como el caballo de Atila, obviando los
sentimientos y la identidad de una afición entera, precisamente la afición que
se ha acudido a rescatar, sería como talar un árbol frondoso que ha tardado 29
años en crecer.
Estoy convencido de que, si se quiere lo
suficiente al Caja, al Baloncesto Sevilla, como para arriesgar patrimonio,
poner dinero encima de la mesa y pelearse con CaixaBank para conseguirlo, es
porque se le quiere con todo lo que el Caja supone y conlleva, y sobre todo con
su tesoro más valioso: la afición. Lo contrario habría sido simplemente comprar
una plaza ACB para el Betis Energía Plus.
Respeto y agradecimiento. Todos debemos
hacer un esfuerzo por conjugar ambos verbos en la misma frase, y en todos los
sentidos y direcciones. Bienvenidos y bienvenidas sean los nuevos aficionados
al baloncesto que vengan de la mano de sus nuevos dueños. Estaremos encantados
de disfrutar juntos en San Pablo de este maravilloso deporte y esta maravillosa
afición, contagiarles de ese gusanillo que te recorre por todo el cuerpo cuando
un triple ganador baja desde el cielo en el último segundo de partido o cuando
te abrazas con tus amigos y amigas de la peña tras conseguir clasificarte para
la Copa o el playoff (sí, por cierto, el Caja también tiene sus peñas, algunas muy
antiguas). Y espero que esa savia nueva que ojalá inunde San Pablo sepa también
comprender que siempre, eternamente, gritaremos Caja, y ese será nuestro grito
de guerra porque lo llevamos en nuestro ADN y fue con el que nos contagiamos de
este virus de la canasta. Que consigamos los cajistas contagiarles de ese
ambiente sano y maravilloso, que se ha respirado siempre alrededor de la
cancha, y que nos ha permitido llevar a nuestros niños, aún con chupete, a disfrutar
de Jerónimo (¿y mi Jerónimo, que nadie se acuerda de él en estos días?) y
meterles desde chicos el baloncesto en sus venas.
Juntos, integrando, respetando, seremos
más fuertes, disfrutaremos más, llegaremos más lejos. Vamos a soñar juntos.
Vamos a Petar San Pablo.
Víctor M. Molina
Presidente de la Peña Cajista Universitaria
Víctor M. Molina
Presidente de la Peña Cajista Universitaria
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